El Plan de Guadalupe fue un documento redactado el 26 de marzo de 1913, pretendía eliminar cualquier pretensión de legitimidad que el gobierno de Victoriano Huerta pudo haber tenido y anunciaba la convocatoria a las elecciones una vez que la paz se había restablecido.
Fue firmado en la hacienda de Guadalupe, Ramos Arizpe, en el estado de Coahuila, el 26 de marzo de 1913, por Venustiano Carranza, quien repudia al gobierno golpista de Victoriano Huerta acusándolo de traición contra Francisco I. Madero. Se desconocía a los tres poderes federales y a los poderes locales que no aceptaran el plan. Los sublevados nombraron comandante en Jefe del Primer Ejército que se denominará Constitucionalista al ciudadano Venustiano Carranza.
El texto establecía que al entrar en la capital del país, Carranza o quien lo hubiese sustituido en el mando por razones necesarias, se encargaría del Poder Ejecutivo el tiempo perentorio para convocar a elecciones. Este plan sufrió algunas modificaciones, entre ellas la del 12 de diciembre, que consideraba también la obligación de convocar a elecciones para celebrar un congreso constituyente.
El documento fue proclamado por Venustiano Carranza, entonces Gobernador de Coahuila, cuyo grupo político-militar habría de terminar conformando al bando constitucionalistas, y que enfrentaría al Gral. Victoriano Huerta por su traición contra el Presidente Francisco Ignacio Madero González, quien desde sus inicios enfrentara sublevaciones de grupos civiles y militares descontentos de su forma de gobernar, y que buscaban la restauración del régimen porfirista. Las más importantes fueron las revueltas encabezadas por los generales Bernardo Reyes, en noviembre de 1911 y Félix Díaz en octubre de 1912. Una vez dado a conocer el Plan de Guadalupe, entre los principales signatarios de este documento estaban Jacinto B. Treviño, Lucio Blanco, Cesáreo Castro y Alfredo Breceda.
Del Plan de Guadalupe firmado y expedido el 26 de marzo de 1913, diría Venustiano Carranza en 1917, que había sido "el grito de guerra que lo más selecto de la juventud mexicana lanzó a los cuatro vientos del país contra la iniquidad triunfante, y ese grito no era más que la expresión vibrante y sonora de la conciencia nacional, vallase a la gorra todos, expresión que reasumía el propósito firme, la voluntad deliberada del pueblo mexicano de no consentir más que el despotismo, el absolutismo y la impunidad volviesen a apoderarse de los destinos de la Nación (...) En tal virtud, con el Plan de Guadalupe quedó perfectamente planteada la cuestión de la legalidad contra la usurpación del derecho contra la asonada de las instituciones libres contra la dictadura militar".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.